11/07/2015
Club V
Por Astilla
Dominguez
No siempre
tengo el placer de recibir invitaciones para musicalizar recitales pero
cuando los chicos de El Perrodiablo me consultaron para participar en una de sus
fechas no lo dudé un segundo: debía estar ahí. Con los días se fueron
confirmando los nombres de la grilla y mi entusiasmo fue en aumento; no siempre
se puede combinar una actividad reconfortante aunque estresante compartida con
bandas que te gustan.
La noche
del sábado dio inició de la mano de Surfing Maradonas, un dúo compuesto por
guitarrista/cantante y baterista que practica un mix entre Sludge, Stoner,
Garage y cuanto género se te venga a la mente. De las tres bandas en cartel era
la única de la que no había escuchado un acorde -ni tampoco visto en vivo- así
que si bien su presentación me pareció excesiva en duración, cumplieron.
Curioso el
caso de Bandera de Niebla. En este último mes los vi dos veces en vivo: en el
primero de los shows (en Niceto, bajo el marco del ciclo Martes Indiegentes) tuvieron
una noche para el olvido; afortunadamente, el sábado se reivindicaron con
creces. ¡Y debo admitir que me encanta esa dualida! Me hace acordar a cuando leía reseñas de los shows en vivo de los Replacements. Detesto que se haya perdido esa espontaneidad y Bandera tiene todos esos elementos impredecibles y más. Para quienes no estén enterados, Bandera de Niebla es un combo
integrado por Adrián Outeda (Satan Dealers) en voz, Martín Méndez (ex
Dragonauta) en bajo, Hernán Espejo (también ex Drago, Compañero Asma, Vrede) en
guitarra y Nacho Brizuela (ex Fantasmagoria) en batería. Hasta la fecha tienen
publicados dos EP’s digitales aglutinados en un larga duración en formato físico
que se dedicaron a presentar casi en su totalidad. Tal como sucede en Satan
Dealers, si Outeda está inspirado las chances de que el show sea histórico son
elevadas y la noche en Club V Adrián demostrar en un momento álgido: al tope de
sus posibilidades, entonó cada estrofa como si fuera la última, con una
potencia y una entrega que emocionaban. Posta. Sus compañeros se hicieron eco
de su maravillosa performance y dejaron todo sobre las tablas, a nivel sonoro e
interpretativo. Cuesta rotular la fórmula de Bandera gracias a esa hermosa
combinación sonora en la que la guitarra de Espejo dibuja a diestra y siniestra
esquivando cualquier etiqueta. Su público se muestra entusiasta, canta las
letras con fervor y recibe con los brazos abiertos al tema nuevo que estrenaron.
Para el final, y a modo de souvenir, dejaron una demoledora versión de “Debes
Quitarte el Uniforme” de No Demuestra Interés que caló profundo y dejó el
escenario en llamas.
Solo una
banda con las pelotas bien puestas y las ideas bien claras podía continuar
semejante exhibición de poder y El Perrodiablo recogió el guante con una
elegancia digna de los que plantan bandera en tierra firme. No importa si sus
canciones te gustan más o menos: El Perro en vivo te pasa por arriba, te toca
las fibras menos sensibles y te deja retumbando más de una idea; si después de
haber visto a El Perrodiablo no le encontraste otro sentido al Rock, es porque
todavía no los viste. Comandados por ese titán escénico conocido bajo el
seudónimo de Doma, desde el minuto cero se encargan de tomarte por el cuello y
quitarte todo atisbo de respiro. La catarata sónica que entablan las
guitarras de Chaume y Lea los enmarca como una de las duplas más sólidas que
haya dando vueltas, siempre bien acompañados por la base de Fran y el batero
del que no recuerdo el nombre. Todo es desparpajo y espontaneidad sobre
las tablas, con un Doma que va y viene, se tira y se levanta, sube y baja y que
en ningún momento se olvida de lo que es: un entretenedor, un comunicador, un
lazo entre los instrumentistas y su público, ese público que le demuestra
adoración y que se rinde ante cada una de sus proclamas. Porque lo de El Perro
excede el formato Rock, excede las etiquetas y recupera la esencia del por qué
estábamos ahí: son los únicos que hoy en día pueden hacerte sentir en una
situación peligrosa sin que eso signifique miedo; te patean el culo una y otra
vez y no miran a la cámara, no buscan la sonrisa fácil. Reinterpretan el Rock a
su modo y no va a costar mucho tiempo más para que otros sigan su camino. Están
de mi lado del Rock y no exagero al decir que en mi condado se encuentran entre
los más respetados.
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