Se hizo de
noche y me dispuse a escuchar música con los auriculares puestos. La medida de
Jack Daniel’s con un hielo ya había sido servida por lo que necesitaba tomar
una decisión urgente. Mi cuerpo lo pedía y apenas divisé mis discos ahí estaba:
“Seasons in the Abyss” de Slayer.
En la industria
musical existe un lema que indica que el quinto disco de una banda es
determinante. Hay excepciones, claro: para “Reignin Blood”, el tercero, Slayer ya era considerada como la banda más
jodidamente hija de puta del planeta tierra. Pero volviendo a “Seasons…” hay algo en esta placa que lo
hace única, un elemento que jamás pudo ser replicada por los infinitos clones
de Slayer que pululan el planeta tierra. Los riffs intrincados dicen presente
desde el segundo cero con “War Ensemble” e incluso temas como “Hallowed Point”
podrían haber estado en cualquiera de sus discos previos; otros, como
“Expendable Youth” y “Dead Skin Mask”, bajan un cambio en velocidad pero no en
intensidad. Mi favorita es “Spirit in Black”, un tema de esos que tienen todo:
arranque furioso, riff asesino, groove en el estribo y un cambio de ritmo
feroz. Además, choreé ese riff más de una vez…
Sin dudas
la perla blanca es “Seasons in the Abyss”. Nunca Slayer sonó tan ajustado y
arriesgado, con arpegios y un clima que te pone la piel de gallina; tan sólo la
intro dura más que la mayoría de las canciones de “Reign…”. A veces es injusto
trazar paralelos, pero “Seasons…” es el equivalente a un “Master of Puppets” de
Metallica.
Argentina
siempre fue un país relegado en cuanto a visitas internacionales se refiere y
Slayer recién llegó al país para el Monsters of Rock de 1994 (grilla que
completaron Gatos Sucios, Hermética, Black Sabbath y KISS). Esa misma noche, en
pleno mosh, se me acercó un chabón muchos años mayor que yo y me inquirió
“flaco, ¿cuál es Jeff Hanneman y cuál es Kerry King?”. Claro, sin banda ancha y
con cassettes grabados no había forma de enterarte del look de cada uno de ellos
sin ser un voraz lector de revistas, como yo siempre lo fui. Me perdí tan solo
dos visitas del conjunto: la segunda noche de los memorables Obras de 2006 y la
última, como soporte de Iron Maiden.
En fin,
mientras escuchaba “Seasons…” no podía evitar pensar que en pocos días se van a
cumplir dos años de la muerte de Hanneman y que Lombardo ya no está tras los
parches. O sea, que Slayer ya no es Slayer. Pero algo en mi corazón hace que
los siga queriendo como aquella primera vez en que los escuché.
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