Sucedió una tarde de mediados de la década del noventa, en los albores de mi adolescencia. Caminando por mi barrio, con destino incierto, me lo topé súbitamente. Él iba vestido enfundado en un conjunto deportivo Adidas azul furioso y unas zapatillas blancas, de esas que son medio armatoste, que se usan para jugar básquet. Ahí paradito en una esquina, semi encorvado, con cara de desorientado estaba Luis Alberto Spinetta, alias el Flaco. Mi corazón se paralizó por unos segundos. ¿Debía activar mi más puro cholulismo y saludarlo? Nunca fui de esos pero me sentí en la obligación. Un tibio “Luis, no estoy tan adentrado en su obra, pero lo respeto muchísimo” -ni por asomo se me ocurrió tutearlo- logró como respuesta un contundente “muchas gracias por el respeto” que caló hondo en mi.
Le fui honesto a Luis. Pocos meses atrás, Spinetta había
editado junto a los Socios del Desierto un disco doble crudo, filoso que captó
mi simpatía casi de inmediato, tanto que comencé a indagar en su repertorio.
Así llegué a Pescado Rabioso, de la mano del cassette de “Desatormentándonos”, que casualmente no incluía el tema “Post
Crucifixión”, que pasó a transformarse en una obsesión en mí. Una de tantas
tardes en las que me dedicaba a revolver discos, me encontró en el barrio de
Constitución, más precisamente en Kuky Discos. Kuky era un negocio emblemático
de la zona y sus precios y su variedad de catálogo eran la envidia de tantas otras.
Entre los vinilos (que por aquel entonces vivían su peor momento en popularidad)
estaba el “Artaud”. Sabía de su
tamaño irregular pero la versión que tenía en mis manos distaba de tener las
puntas asimétricas; de hecho, estaba recortado. La persona que lo recortó hizo
un trabajo envidiable: remendó las puntas con tapas de un rígido cuaderno
Rivadavia azul, de un modo artesanal pero prolijo, que permitía lograr las
dimensiones características de una portada stándard. La versión incluía el
sobre interno (hoy, en épocas de Ebay y Amazon, rebautizado como “insert”), con las letras y la
información adicional. Lo más importante es que el LP se encontraba en
perfectas condiciones, como si nunca hubiera sido reproducido. Una oportunidad
única para adquirirlo por una módica suma que no superó los 15 pesos.
¿Cómo es que me decidí a venderlo? En mi discoteca, “Artaud” terminó siendo una pieza de
museo. Un objeto muy deseado, difícil de conseguir, envidiado pero al cual no
le daba uso y si no uso algo, prefiero regalarlo. Como primera medida se lo
ofrecí a un amigo muy fana de Spinetta, que pensó que le estaba tomando el pelo
y no aceptó la oferta. Así que con el tiempo me vi tentado y lo subí a Mercado
Libre, más que nada para saber qué repercusiones obtenía. La primera respuesta
fue la más absurda: me ofrecían comprar sólo el insert. ¿Cómo? Un especulador
tenía la versión con las puntas sin el sobre y quería comprarlo para que el
producto aumente su valor. No hubo caso. Deambuló por Internet durante un
tiempo, sin recibir ofertas ni comentarios. Cuando por fin decidí quitarlo de
la venta, un audaz comprador se contactó y cerramos un precio: $1200, en el año
2012. Me parecía un precio elevado pero ni por asomo llegaba a los $2500 que
otros vendedores pedían. ¿Si me arrepiento de haberlo vendido? Para nada. “Artaud” es como los discos de Led
Zeppelin: jamás los escucho. No me gusta que un disco junte polvo, me hiere.
Así que adiós, “Artaud”. Gracias por
dejarme tu hijito el CD.
3 comentarios:
Qué bueno que volviste!
Puede que algún trasnochado te insulte por lo que contás, pero tu historia tiene más bien un ángulo "kármico". En tu accionar hay algo parecido al desprendimiento casi desinteresado (a juzgar por el precio), lo cual si tomamos por cierta la teoría del karma, debería redundar en una abundancia de otras cosas. Cosas que te sirven de verdad para un momento determinado. Tu copia de Artaud no te servía a vos, y actuaste en consecuencia, y eso está bien.
Asimismo, no te subiste a la carrera usurera por el precio, más bien en pleno auge del comeback te remontaste a la época en la que te tiraban los discos por la cabeza. Época que ya recuerdo con cariño, aunque celebro las reediciones en 180 gr.; deberían generar una metida en el orto masiva a aquellos que te quisieron asesinar con copias de mierda en estado calamitoso.
Un abrazo
Querido Mastrángelo, cómo anda? Lo echaba de menos. Es bueno el análisis que realizás e incluso puede que haya algo de cierto. Por otra parte, el acumulamiento es algo que me rompe la paciencia así que por qué tener algo que seguramente otro disfrutará más. No me quedan dudas que la persona que se hizo de esa copia estará más contento que yo teniéndola. No hay que atarse a la música y sus formatos. Aprovechemos que la encontramos allá donde antes había arena. Un abrazo!
Astilla querido, te felicito por tu blog!! ... y me dieron muchas ganas de tocar el bajo!!!
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