Detesto tener la necesidad de escribir estas líneas, pero es más fuerte que yo. En Buenos Aires hoy llueve sangre: falleció Jeff Hanneman, guitarrista de Slayer.
Jeff es una figura clave para entender de qué se trata el Metal: de sus manos (y su mente, su cuerpo, de su inspiración) nacieron los mayores clásicos de su banda, muchos de los cuales pasaron al salón dorado de la fama. ¿Ejemplos? "Angel of Death", "Raining Blood", "South of Heaven", "War Ensemble", "Seasons in the Abyss"... ¡y eso sin nombrar las colaboraciones junto a Kerry King!
El primer disco que me compré de Slayer fue el casete doble en vivo de "Decade of Agession": la flasheé mal, no entendía esa música. Pero quería más. Y de nuevo me dirigí a La Pelela (mítica disquería del barrio de Belgrano) para hacerme una copia del "Reign in Blood": mis oídos sangraban. Que el disco entrara en un sólo lado del casete generó que lo gastara en mi walkman, por ende cada vez que lo ponía lo escuchaba de los dos lados. A partir de ese momento, mi amor por Slayer únicamente fue en aumento. Creo que es algo que nos pasó a muchos que nos enganchamos con su música. Pocos, poquísimos grupos tienen el privilegio de poseer en su discografía una trilogía tan determinante como la que abarca "Reign in Blood", "South of Heaven" (cuya tabla de skate me regalo la genia de mi hermana y exhibo orgullosamente en mi comedor, como podrán ver en la foto) y "Seasons in the Abyss".
Jamás voy a olvidarme lo que tomo como un reflejo de la época, de la falta de información, de Internet, de las redes sociales. En la primera visita de Slayer al país (bajo el marco del Monsters of Rock, allá por 1994), en pleno show de ellos se me acercó un metalero muchos más años mayor que yo y al oído me preguntó: "¿cuál es King y cuál Hanneman?". Le indiqué quiénes eran respectivamente. "Siempre fui fan de Hanneman", me dijo.
En estos momentos se me vienen a la mente muchos de mis amigos (Limón, Maxi, Hugo, Matías, Darksoul, Nikki, etc) entristecidos por la noticia, lamentando su partida, internamente negándola. Es que casi sin quererlo, si en primera instancia me acerqué a muchos de ellos fue por la afinidad musical y todos compartimos nuestra pasión por Slayer.
Lo que potencia la idea de Jeff es que hace años que ya no tocaba la guitarra en el grupo. Una puta araña lo mordió años atrás y lo imposibilitó de hacer lo que más quería: tocar en su grupo. Slayer decidió seguir sin él (contratando a otro riffmaster, Gary Holt) y ya no lo vimos sobre las tablas en las últimas dos visitas de la banda al país...
Las palabras sobran, no hay mucho que teorizar: se nos fue un grande, un tipo que nos hizo sentir vivos, que dejó un legado fenomenal y envidiable. Una máquina de procesar riffs, un tipo que metía cagazo y que a pesar de su bajo perfil redefinió un género musical. Ni más ni menos.
Jeff, descansá en paz y armate una zapada asesina.
2 comentarios:
Qué bajón che... yo también estaba ahí en el 94.
Pelotazo total. Rompéla en el más allá, Jeff.
Qué mala noticia... más allá de que sólo escuché Slayer a traves de mi hermano, sé que fueron influencia y base para muchas otras.
Aguante el metal!
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