Hace unos años atrás, en una de mis tantas excursiones tierra adentro, llegué, como quien no quiere la cosa, a El Bolsón, Río Negro. Situado a apenas 120km de Bariloche, el lugar está agrupado bajo la reconocida comarca andina del paralelo 42 junto a otras maravillas naturales como El Manso, El Maitén, Lago Puelo, El Hoyo, Epuyén y Cholila. Entre un sinfín de actividades relacionados con la montaña, los ríos, los lagos y sus bosques, El Bolsón ofrece una gran oferta de sabores para el paladar, siendo los más reconocidos la cervecería El Bolsón, sus frutas y la característica trucha. Pero a la hora de comer un sabroso asado, un sólo lugar se destaca por sobre el resto: El Quincho de Danilo.
Mis padres ya me habían hablado acerca de las bondades de El Quincho, pero les aseguro que pisar sus instalaciones es algo completamente diferente. Tuve la gracia de conocer el antiguo local, ubicado en Mallín Ahogado, el cual abría únicamente durante los fines de semana. No se trataba más que de un quincho donde uno tenía la oportunidad de estar en contacto directo con la naturaleza, rodeado de patos, perros y demás animales que decoraban el lugar, como un pequeño lago donde las truchas abundaban. Con los años esa sucursal cerró y la única vigente se encuentra en pleno centro de El Bolsón, sobre la Avenida San Martín.
El Quincho tiene una particularidad: es atendido por el propio Danilo. Hombre de sabias palabras y portador de una educación estupenda, Danilo en persona le da la bienvenida a los comensales, explicando el menú ofrecido y encargándose del confort de cada uno de sus visitantes, compartiendo atrapantes historias de tiempos mejores. El local está ambientado símil zona rural, con ruedas de carreta, madera y ladrillos rústicos, una discreta barra pero con una parrilla envidiable. Los cortes son de primera calidad (chorizo, vacío, asado, etcétera) pero el cordero se lleva todas las palmas. Si su parrilla es extremadamente recomendable, no alcanzan las palabras para describir el café a las brasas. ¿De qué hablo? Luego de devorar una deliciosa ensalada de frutas, Danilo ofrece el café a las brasas, que no es más que un café servido en una jarra de barro, al cual se le agregan entre ocho y diez bebidas alcohólicas y el toque de distinción: una brasa extraída de la parrilla. La brasa produce que se evapore el alcohol provocando el toque final de una receta que se degusta tal como un mate, con una bombilla. Les garantizo que tras degustar semejante receta, mi fiebre y mi dolor de garganta desaparecieron tan pronto como me habían llegado, lo cual transformó automáticamente a El Quincho de Danilo en uno de mis reductos favoritos en el mundo.
Lamentablemente, las noticias de último momento no son para nada buenas: según me han comentado, Danilo cerró el Quincho, convirtiéndolo en un hermoso y atesorado recuerdo para todos los que tuvimos la gracia de pisar sus instalaciones.
2 comentarios:
soy un tipo de pocas palabras, por lo cual voy a decir: el mejor lugar donde he comido en toda mi vida, nada más...
No es moco de pavo.
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