Es sábado a la noche, más bien domingo a la madrugada. Tu salida tuvo todos los condimentos necesarios como para que te vayas a dormir tranquilo: una rica cena, una buena película en cartelera y unas cervezas a temperatura ideal en un bar de mala muerte. Está todo dado como para que te marches feliz a casa, pero de repente se te cruza una idea fija por la cabeza, que en un par de minutos se transformará en un capricho y tal mujer embarazada querés saciarla inmediatamente: el estómago pide parrilla. Y estás dispuesto a dar todo para complacerlo. En estos momentos, sólo te queda una opción: ir a Lo de Charly.
Para quienes no estén al tanto, Lo de Charly es un oasis en la Capital Federal, paraíso de los bajoneros y algo que no cuaja en la mente de ningún extranjero o turista: es una parrilla abierta las 24 horas del día. En más de una oportunidad recurrí a sus servicios paso previo a tirarme al sobre e incluso lo he elegido para compartir un almuerzo o una cena; su servicio es infalible a la hora que vayas.
Gracias a la aguda sugerencia de mi amigo Chuyo, el finde pasado caminamos las largas cuadras que separaban del bar donde estábamos a la emblemática parrilla, que a esa hora estaba prácticamente llena. ¿El menú? Media porción de vacío (nos dijeron que no había pero a último momento apareció un suculento corte, para dos garpa como loco), un chori (extra large, la especialidad de la casa), una porción de papas fritas (demasiado aceitosas, hay que mejorar ahí) y una birra de litro.
A modo de bonus track, al pagar la cuenta te entregan una tarjeta con un 20% de descuento en futuras cenas, válido de lunes a jueves.
6 comentarios:
he comido choripanes bien cargaditos a las 10.30 de la mañana un sábado, saliendo de ciudad universitaria en lo de charly... clásico porteño si los hay.
La carne es débil...
Oye, tu cuerpo pide carne (en lugar de salsa!) jajaja sos terrible Astillín!
A veces voy a lo seguro!
Una vez me clave un choripan mientras me cambiaban las cubiertas en la gomeria de enfrente. Grossssssso Charly.
Jajaja! Bien ahí, ultravivido. Lo de Charly nunca te deja a gamba!
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