Terminé de leer “I Am Ozzy” -¡gracias a mi amigo HH García por el préstamo!-, las memorias del mítico Ozzy Osbourne (compiladas por Chris Ayres) y, en cierto sentido, es toda una decepción. Soy un devorador de este tipo de material y siempre voy a recomendar su lectura. Pero un sabor amargo inundó mi paladar al llegar a sus últimas páginas.
Que Ozzy tiene una vida digna de película, nadie puede discutirlo. El tema es cómo se encare esa película y quién la protagonice. Si por delante tenemos más de trescientas páginas donde se realiza un desarrollo de sus 62 años de vida, es imposible e inadmisible que la faceta quede relegada a un inesperado segundo plano.
Lamentablemente, quienes verdaderamente nos interesamos en su faceta musical, nos vemos un tanto decepcionados. El relato del inicio de Black Sabbath estremece (algo totalmente predecible) pero los pormenores de sus discos quedan en deuda. Ozzy se centra en contar cómo era su vida en aquellos momentos, sin inmiscuirse en detalles compositivos. Pero lo más alarmante sucede cuando se aboca a su etapa solista, sin pormenorizar cómo se desarrolló la formación que grabó aquellos dos primeros discos gloriosos y, para peor, se dedica a darle palos a Bob Daisley (compositor FUNDAMENTAL en su carrera) y Lee Kerlaske. Naturalmente, Randy Rhoads es tratado con algodones y no ahorra detalles del momento de su muerte. Pero a partir de ese momento el libro comienza su momento más descendiente, donde en ningún otro momento se mencionan cuestiones musicales o referidas a la audición de músicos. Vamos: entre sus filas pasaron Zakk Wylde y Geezer Butler, quien se unió a su antiguo compañero a fines de los ochentas. Y lo más grave del caso es la completa omisión de Randy Castillo, el baterista que grabó “No More Tears” y muriera años atrás a causa de un maldito cáncer. Los más fans nos quedamos con ganas de saber pormenores de la grabación de, por ejemplo, “Ozzmosis”, donde fueron rechazados como guitarristas Alex Skolnick (Testament) y Steve Vai, con quien incluso llegó a componer un tema (“My Little Man”). Aún más fastidia el capítulo especial dedicado a “The Osbournes”, aquel reality que a comienzos de siglo emitiera la MTV, donde sí se hace hincapié en su orígen, su desarrollo y su impacto cultural.
Sí, Ozzy se ganó por propio derecho un lugar dorado en la historia de la música y eso nunca va a cambiar. Sólo que el libro merecía estar a su altura.
7 comentarios:
Reconforta su lectura crítica de esta bio, pero también hay que entender que a Ozzy se lo comió su personaje hace años. Es cierto, de un libro especializado podríamos haber esperado otra cosa...Saludos, muy buena review.
Calculo que si Tony Iommi tuviera la oportunidad de escribir sus memorias, sería mucho más detallista y abarcativo. Sin temor de quedar en ridículo, le diría que este libro es la versión impresa de "The Osbournes". Estoy releyendo libros de mi biblioteca personal para subir aquí mis impresiones. Gracias por pasar, como siempre.
Aguardaremos sus rigurosas y exigentes lecturas!
Suba y suba mas biografias. Vamos Copete carajo!!!
Podrías subir tus comments a la de Ronnie! Gran libro.
Jajaja! Qué genio! Si no subí nada con anterioridad (y si, eventualmente, demoro en subirlas) obedece a mi holgazanería...
Muy cierto lo que decís y es una pena, Astilla. Ojalá otros músicos que en el futuro piensen en escribir relatos biográficos, lo hagan un poco más acorde a las expectativas.
Me encantaría leer algo así de Gillan, Glover o Lord, por ej.
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