martes, 14 de febrero de 2017

Raíces sangrientas

Cuando en enero de 1998 la revista británica Kerrang! publicó un informe especial acerca de los "100 discos que debés escuchar antes de morir" situando a "Roots" de Sepultura en segundo lugar, logró el mismo impacto que "Nevermind" de Nirvana con el Indie norteamericano: transformarse en paradigma. 

Tiempo atrás Ricardo Iorio me dijo que al artista hay que juzgarlo por su obra completa y no por un hito: Sepultura es uno de esos casos emblemáticos. Luego de un tándem demoledor con "Beneath the Remains" y "Arise", lograron lo que muy pocos: reinventarse sin perder credibilidad con "Chaos A.D." (bueno, a medias, siempre hay alguno que bardea al pedo). A la distancia, "Chaos A.D." cumplió maravillosamente su rol de trampolín hacia "Roots", el primer disco donde los brasileros mostraron su enorme y talentosa personalidad. Con un magistral trabajo de producción a cargo del gurú Ross Robinson (responsable del audio de furores generacionales como Korn y Limp Bizkit, entre otros), desde el mismo momento en que las dos notas que conforman el riff de "Roots Bloody Roots" anticipan una placa histórica. En su desarrollo, la canción incorpora elementos percusivos oriundos del Brasil sin perder su crudeza y -lo que es más importante- destacando una composición única a pesar de apegarse a ciertos patrones característicos de la época, principalmente el riff saltarín. Con vigor y fuerza a piel, el final brinda lo mejor, asemejándose al soundtrack ideal para atravesar el Amazonas.

En el medio, se entremezclan momentos emotivos ("Attitude", co-escrita por el difunto hijastro de Max), reformulaciones del Punk más primitivo ("Straighthate"), colaboraciones de esas que verdaderamente valen la pena ("Lookaway") e instrumentales que te hacen entrar en comunión directa con la cultura brasilera y su antepasado ("Jasco", "Itsári"). Pero sin dudas la figurita destacada es "Ratamahatta", una de esas canciones irrepetibles que entremezclan a la perfección la música tribalista y el Metal, con un satánico riff de los que demuelen edificios y una participación sublime a cargo de Carlinhos Brown. Hay tanto aún por decir de "Roots"... De golpe y porrazo, el Metal encontraba un nuevo sendero por el que transitar pero del que se iba a ver prontamente encerrado.

Una vez me topé con un irlandés amante de los Seps. Le pregunté a qué se debía su enorme devoción. "A su sonido único, a sus shows en vivo... y a que son de Brasil" respondió. "Pero, ¿comprendés cómo Max pronuncia el inglés?" contraataqué. "Justamente es eso: ¡me encanta que cante de ese modo rústico!" sentenció. Lo que intento decir es que Sepultura fue una banda tocada con la varita mágica, una banda que logró posicionar a Sudamérica en las grandes ligas (cantando sus misterias, mostrando todo su potencial) como nadie había logrado anteriormente y probablemente jamás vuelva a lograr, una banda que en diez años pasó de ser prácticamente un clon de sus influencias a ser un alud de creatividad... que lo tenía todo para ser gigantes y que se quedó a mitad de camino. Si nos guiamos por cómo continuaron su carrera (Max con Soulfly, los tres restantes con Seps) robablemente no hubieran podido superar lo obtenido en "Roots" y eso es lo maravilloso de la música: saber encumbrar una obra única, que va ganando en peso año tras año y que aún no encontró su rival.

No hay comentarios: