lunes, 21 de noviembre de 2011

Down (El Teatro de Flores, viernes 11 de noviembre)

No podría haber sucedido en 1995, tampoco en 2002. Pero claro, las reglas de la industria discográfica cambiaron, el compact disc se transformó en un formato para fetichistas y los grupos se vieron forzados a realizar giras por todo el mundo para ganar dinero. Sino, díganme, ¿quién en su sano juicio hubiera imaginado una visita de Down a nuestros pagos? Justamente ellos, que en sus comienzos fueron un pasatiempo, cayeron en la trampa y extendieron su carrera más allá de “NOLA”, aquel glorioso debut discográfico, el que nunca van a poder superar.

Contra todos los pronósticos, y con otros dos álbumes en su catálogo la visita de los oriundos de New Orleans se anticipaba como uno de los shows del año. Así lo hacían saber las redes sociales (Facebook y Twitter eran una caldera), nuestras ganas por ver por primera vez sobre las tablas a Pepper Keenan y nuestros deseos de reencontrarnos con Phil Anselmo, tras la desgracia sufrida por Dimebag Darrell en 2004. Que Kirk Windstein y Jimmy Bower sigan siendo de la partida hizo que la inversión valiera la pena sin que el quinteto (completado por Pat Bruders -Goatwhore, Crowbar- en lugar de Rex Brown) haya tocado una nota.

Down en vivo es un mundo de sensaciones inequívocas, que sigilosamente fueron ganando espacio en mi cabeza desde el mismísimo momento en que se apagaron las luces y que aún permanecen inalterables en algún lugar de mi cerebro. En primera instancia, Anselmo limpió su imagen con el público argentino. Tanto eclipsó su presencial, que por momentos daba la sensación de que los cuatro nenes a su costado eran simplemente sus acompañantes. Porque Anselmo, vale decirlo, se mostró como en sus mejores momentos, incluso físicamente. A su impactante escena le sumó una garganta a la altura de las circunstancias y una conexión con los de abajo que sólo logran los privilegiados. El público, claro, se lo hizo sentir a cada instante, a veces de manera exacerbada, y pudimos ver cómo se inflaba el pecho del musculoso cantante cada vez que se coreaba su apellido, el del nombre de su banda o el de cada puto riff o fraseo que se tocó durante la hora y media del set. No hay dudas: Anselmo es de la vieja escuela.

Cuando el grupo atacó esos gloriosos temas de “NOLA” (“Temptation’s Wings” -“el primer tema que compusimos para Down”, Anselmo dixit-, “Lifer”, “Stone the Crow”) o cuando tuvimos uno de los mejores finales que se hayan presenciado en un recital internacional (“Bury Me in Smoke”, con los chicos de Plan 4 a cargo de todos los instrumentos) que pasaron a segundo plano la paranoia del pelado con la seguridad personal o que El Teatro rebalsó en su convocatoria. Durante una hora y media, Down nos hizo olvidar que tenemos una vida allá afuera, que debemos volver a nuestras casas y que parte de nuestras vidas la compartimos con esos tipos que están ahí arriba. Down eclipsó, dominó e hizo historia. Demasiado, sí, aún sin tocar (y lo más importante: sin que se le reclame) un tema de Pantera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ANSELMO CAPO TOTAL.
El primero me lo compré en Bs. As. cuando salió. Creo que en una nota a Scott Ian, en la Madhouse, decía que era el mejor disco del año (1995) y lo fue...
Harry Haller

Astilla Dominguez dijo...

Sin dudas fue uno de los mejores de ese año!